Ibiza es el destino por antonomasia que todo viajero con refinados gustos turísticos desea conocer, equiparable a una romántica y cuidada cinta francesa de los años setenta. Así la definió David Guetta, existoso disc-jockey y productor discográfico, en una de sus últimas apariciones en los medios, haciendo un símil cinematográfico con las gigantescas producciones de Hollywood, denominadas en nuestro argot como «americanadas», que en su mayoría carecen de encanto. Y, como no podía ser de otra manera, allí estuvo el Club del Suscriptor en una jornada muy completa.

La expedición, de unos 65 integrantes, salió el pasado 24 de agosto a primera luz del día desde el puerto de Palma rumbo a tierras ibicencas. A su llegada, a las 10.00hs, marcharon hacia el mercadillo de Las Dalias, un genuino y variopinto lugar situado en San Carlos que no ha perdido su seña de identidad desde la década de los sesenta, cuando germinó el movimiento hippie. Centenares de puestos conforman un oasis de paz y de color, donde predomina la venta de pulseras, vestidos y bisutería de la corriente pacifista.

Cuando la jornada fue avanzando, nuestros suscriptores se dirigieron hacia cala de Benirrás, una hermosa playa famosa por sus atardeceres situada al norte de la isla, en San Juan Bautista. Allí, en el Restaurante 2000, pudieron degustar un exquesito menú compuesto de ensalada, paella mixta y greixonera, un postre típico ibicenco que se elabora con ensaimadas del día anterior.

La siguiente parada fue Dalt Vila, la ciudad amurallada de Ibiza, donde hicieron un recorrido por los edificos más emblemáticos. A medida que el sol desvanecía, quedaron asombrados por la extrema belleza originada por la iluminación de la ciudad. Dicen que para lograr sobrevivir hay recordar absolutamenente todo, e Ibiza es difícil de olvidar.