Viajar se ha convertido en uno de los hobbies más demandados por la sociedad en la que vivimos; cuanto más lejos sea el destino y más ignoto el lugar, parece que el viaje adquiera mayor relevancia. Y es que, a veces, no somos conscientes de los lugares que tenemos a tiro de piedra. Como consecuencia, y en detrimento de nuestro propio patrimonio, no los visitamos. Por esto, el Club del Suscriptor realizó el pasado 15 de agosto, día de la la Virgen de la Asunción, una travesía por recónditos puntos de la isla de Menorca, priorizando la versatilidad con la que organiza siempre sus actividades.
La expedición, de unos 30 suscriptores, embarcó a las 9.00hs desde el puerto de Alcúdia rumbo a tierras menorquinas, en un plácido trayecto que transcurrió en hora y cuarto gracias a la tranquilidad del mar. A su llegada, en Ciutadella, se dirigieron hacia la Finca Subaida, una parcela agrícola ligada a la elaboración de quesos desde 1930, popularmente conocida por fundar la famosa marca El Caserío. Los suscriptores, una vez allí, degustaron una larga lista de quesos y de embutidos propios de la zona, quedando sorprendidos con el inusitado proceso de elaboración artesanal que conlleva el genuino queso mahonés.
Un lugar que rezuma calma y tranquilad fue la siguiente parada de la ‘peregrinación’, se trata del Puerto de Addaia. Rodeados de paisajes marinos y entornos naturales, nuestros suscriptores quedaron embelesados ante una atmósfera menorquina de extraordinaria belleza. Asimismo, durante el desarrollo de la jornada, visitaron el Santuario de la Virgen de Monte Toro, una ermita que data de finales del s. XVII y que se encuentra en el pico más elevado de la isla de Menorca. Desde su mirador, que da nombre a la montaña, pudieron divisar fascinantes paisajes.
Finalmente, cuando el hambre llamaba a la puerta, pudieron disfrutar de una tradicional picada en el Club Náutico de Ciutadella, que estuvo aderezada con una variada carta de platos, como calamares a la romana, caldereta y pimientos de piquillo, entre otros muchos. Tras el ágape, unos se decantaron por hacer sobremesa y otros, como los más jóvenes, aprovecharon la magnífica oportunidad de regocijarse en uno de los rincones más preciados que posee la isla de Menorca: Platja Gran. En definitiva, fue una intensa jornada que dio para conocer algunos de los rincones perdidos de la isla, y que nuestros suscriptores difícilmente olvidarán.